¡Dilo!

Publicado en el Periódico de Aragón en Febrero 2017

Según Herzberg el reconocimiento es uno de los factores motivacionales más importantes en el desempeño de las personas. Curiosamente su ausencia genera un nivel de insatisfacción moderado, pero cuando se produce éste es, junto con la propia consecución del logro, el principal factor motivacional en el trabajo.

Con esa carta de presentación es difícil de entender cómo no hacemos uso en nuestras organizaciones de algo que cumple todos los rasgos de la eficiencia: con muy poco logramos un alto impacto. ¿por qué entonces nos cuesta tanto?.

Tengo para mí que el reconocimiento de un trabajo bien hecho no es tan sencillo como parece. Reconocer el trabajo de otra persona implica, cuando menos, enormes dosis de humildad, de generosidad y de coherencia.

De generosidad porque el reconocimiento implica dejar espacio a los demás para compartir los éxitos. En este mundo lleno de egos, intentar ocupar todo el espacio a costa de los demás es una práctica altamente extendida. Cuántas veces nos hemos sorprendido con profesionales que se apropian del éxito de sus colaboradores como si las cosas ocurrieran por arte de magia. El logro nunca es individual, siempre es colectivo. Lo audaz es darle a cada uno, con nombres y apellidos, su parte, por pequeña que sea, y eso implica mucha generosidad.

De humildad porque reconocer al otro, reconocer el trabajo y resultados de otro, implica abajarse uno para elevar al otro. No siempre podemos estar arriba, no siempre somos los mejores, no siempre podemos ganar. El mejor ganador es el que ha perdido varias veces, porque sabe mirar con humildad su propio éxito éfimero, y reconoce sin dudas el de los demás.

Y el reconocimiento tiene que ser coherente. Tanto si reconoces el esfuerzo, como si reconoces el resultado, debes ser coherente. Y aquí una de las principales dificultades, porque todo reconocimiento además de llegar a la cabeza, llega al corazón. Y si no sostienes en el tiempo de forma coherente ese reconocimiento sino que lo desacreditas (“bueno, exageré en ese momento”, “los números son interpretables”…) estás golpeando en lo más profundo de tus colaboradores: su sentido de pertenencia, y entonces te cargas toda la motivación intrínseca, verdadero motor del desempeño. Esta coherencia es igualmente necesaria para con asertividad, de la misma manera que se reconoce el logro, corregir los errores que se puedan dar, pero nunca, nunca, contradigas tus propias palabras de reconocimiento.

Reconocer implica volver a conocer, volver a escribir lo que ya hemos vivido, pero ahora con el atributo del corazón. Se coherente, humilde, y generoso, y haz que tu gente se sienta parte de tu proyecto, no por lo que les das, sino por lo que ellos significan profundamente para el proyecto.

Carlos Piñeyroa Sierra

@carlospineyroa