Moderación

Artículo publicado en Heraldo de Aragón en Enero de 2019 en la sección Tribuna

La ONU ha declarado 2019 el año internacional de la moderación. Razón no le falta. Vivimos en una sociedad, tanto mundial, europea, y española, que de un tiempo a esta parte no nos concede descanso en lo que a situaciones conflictivas se refiere.

Por aquello de las pasiones personales y lo que la vida te pone delante, he tenido la oportunidad de experimentar, como mediador en conflictos penales entre víctimas e infractores de delitos, durante los últimos quince años de mi vida, el valor de la palabra como catalizador de nuestra humanidad. La palabra, el diálogo, nos humaniza. Vivimos en tiempos de polarizaciones, de enrocarse en las posturas personales, políticas, sociales…que hacen muy difícil que ese diálogo se produzca, o incluso que la palabra no sea considerada arma arrojadiza, en vez de instrumento de encuentro.

Por eso la moderación que reclama la ONU es más que necesaria. Moderación en la política, no sólo en las posturas burdas de quienes niegan la entrada de otros semejantes poniendo más fronteras y límites físicos, sino de la sutil también de quienes ponen límites y barreras al diálogo, excluyendo así de principio la oportunidad de interactuar con el otro, olvidando que precisamente es ese roce que la palabra provoca, tanto físico como intelectual, y si me apuran, espiritual, el que hace que los extremos encuentren la centralidad del acuerdo o del mínimo común múltiplo. Excluir del diálogo a alguien por el hecho de pensar diferente, no es moderado.

Moderación en la economía, sacudiéndonos de una vez por todas ese consumismo atroz que está llevando a que el planeta agote sus recursos para satisfacer a unos pocos y dejar en la escasez a muchos. Consumismo voraz, excesivo, y desproporcionado que ha llevado a H&M, (como seguramente también a otras grandes textiles internacionales) a reconocer que tiene ropa no vendida por valor de 4.500 millones de dólares en sus almacenes, procedentes de colecciones desfasadas (que rotan cada mes o dos meses) y que tendrá que proceder a destruirlas o quemarlas para generar energía, porque no las puede colocar en el mercado. Prendas por valor de 4.500 millones de dólares: ¿saben la energía y materias primas que han consumido y que no servirán para nada? ¿saben la contaminación generada por esa industria textil que demanda de nosotros un consumo voraz, que produce vorazmente y que destruye igualmente vorazmente para asegurarse que compraremos sus nuevas prendas, que obviamente volverán a no venderse?.

Moderación en lo personal. Hemos olvidado la mirada interior. Surfeamos en las redes sociales nuestra vida de manera permanente. Las redes, cada vez más, usan la palabra como arma arrojadiza, como si en vez de contar lo bello, lo importante fuera criticar al otro, responder zafia y burdamente respecto de quien no opina igual que nosotros. Quizás deberíamos de dejar de escribir palabras huecas, hirientes, o imágenes perfectas, éxitos fulgurantes en nuestras redes, para mirarnos internamente, descubrir nuestros silencios, nuestras carencias, nuestras palabras honestas y sinceras, y recuperar un poco de ese yo, que mire al otro con compasión, sin juzgarle, o al menos hacerlo en la misma medida que nuestra fragilidad nos permita honestamente.

Quizás sea el momento de reconocer que nuestros pensamientos extremos, al fondo de nuestro cuadrilátero personal, no son útiles, y que ser compasivos con nosotros mismos y con el otro, puede ser una buena oportunidad, para que en lo personal, en lo económico y en lo político ocurran cosas diferentes. De eso se trata, de hacer que la palabra nos humanice y nos regrese al estadio en el que dialogar sea un instrumento de paz y de moderación. Escuchemos a la ONU, nos jugamos mucho.

Carlos Piñeyroa Sierra

Director de Innovación abierta de Grupo Init. Freelance en Innovación en dirección de personas.