Una vez visto el módulo uno donde situamos a la persona en el centro de todo, y más aún, logramos que ese eje se mueva por motivación intrínseca y por identidad personal con el proyecto, una vez que hemos generado estructuras líquidas, y fomentado la colaboración y el aprendizaje abierto, una vez que hemos alimentado toda esta estructura efímera desde las conversaciones que nos unen desde lo profundo y no desde la tarea, y finalmente una vez que hemos establecido una nueva forma de establecer objetivos para que todo el sistema genere impacto desde la responsabilidad, autoridad y libertad creativa de cada persona, damos el paso final: cuidar la vida personal y profesional de cada persona para que el eje, origen de todo, no se resienta y pueda ser feliz, sí feliz, en el trabajo y en la vida.
Para ello en Concéntricos propongo retomar la rueda de la vida. Ya sabéis esa rueda que está formada por todos los ámbitos de nuestra vida: el personal, el profesional, el familiar, el deportivo, el espiritual o trascendental…porque es fundamental que si confiamos el movimiento de nuestra Organización a las personas, tendremos que cuidar y estimular que esas personas tengan una vida armoniosa, equilibrada, feliz, que haga que todo eso redunde en un eje consistente, dinámico, seguro, confortable.
Y ahí, aunque parezca manido, se encuentra el principio y fin de Concéntricos. Una Organización que sitúa en el centro a la persona, no tiene ningún complejo en admitir que cuida de esa persona para que su vida personal y profesional esté equilibrada, en la manera que ella decida, pero equilibrada, porque la felicidad (y con ello la productividad, eficacia, resultados…) es algo que también es corresponsabilidad de la Organización. Y lo digo con el convencimiento firme de que muchas veces el desequilibrio no se produce porque una Organización es mala, malísima, y obliga a trabajar en condiciones paupérrimas a sus colaboradores, sino porque muchas veces somos las personas las que entregamos a nuestra Organización, nuestros perímetros de líneas continuas, aquellas que un día dijimos que nunca cruzaríamos, y que hoy nos reconocemos lejanas a ellas, porque hemos ido ensanchando esas líneas y haciéndolas discontinuas, de manera tal que el trabajo lo ha inundado todo, al principio desplegando un entusiasmo productivo, y que termina, más pronto que tarde, en un hastío improductivo y en un estrés desmotivador.
Así pues, Concéntricos, ayuda a la Organización a equilibrar a las personas a las que ha situado nada más y nada menos que como el eje de su rueda, y ayuda a la persona a monitorizar de manera consciente su vida personal y profesional, para dar y recibir lo mejor de sí mismo, en un entorno de equilibrio consciente y sistémico. El resultado son personas que empujan, lideran, se autolideran, se sienten parte de la Organización, y por lo tanto generan impacto para ella, que en el fondo es generar impacto propio como agente de cambio de un mundo afectado por los retos apasionantes de Digitalización, Innovación, y la Experiencia del Cliente.
Carlos Piñeyroa Sierra