Publicado en sección Tribuna de Heraldo de Aragón en Febrero 2018
Recientemente una de las principales asociaciones de directivos y directivas en Aragón ha premiado, en la categoría de “Labor Social” al director territorial de una entidad financiera. Partiendo de la base de mi total reconocimiento a la labor de esta asociación, tengo para mí dudas de calado sobre esta nominación y posterior adjudicación, porque ¿se debe premiar a un directivo de una Obra Social bancaria por la labor social de la misma, o se debe premiar a las entidades sociales que financia? ¿de quién es el principal mérito?.
Tengo para mí que nos encontramos en un supuesto más de la invisibilidad de la acción comprometida y de la apariencia del dinero. En el fondo para mí la cuestión crucial es dilucidar qué es lo sustantivo y qué lo adjetivo. Vayamos por partes.
Una entidad financiera tiene como acción sustantiva la de proporcionar productos financieros que ayuden a sus clientes a solventar sus necesidades de aquel tipo de la manera más cómoda y económica para ellos. Y para aquellas que proceden de cajas de ahorro, además, en su constitución como fundaciones bancarias, mantienen su condición adjetiva de obra social de ayuda y financiación a entidades sociales y culturales.
Asistimos impertérritos a una contradicción en sí misma, a una especie de oxímoron. La banca tiene una labor sustantiva que, sin embargo, desde una perspectiva ética no cumple en todos los casos. Por poner sólo dos ejemplos, recientemente publicados en este diario: a) la banca rechaza el 52% de las demandas por cláusulas suelo, aun sabiendo que existe jurisprudencia abundante en su contra, que terminará quitándole la razón, y ello no obstante, obliga a sus clientes a transitar por un proceso judicial para ver satisfechos sus derechos, y b) la banca todavía no ha hecho efectivo lo que la directiva europea de 2014 ya evidenció y que la normativa española traspondrá en breve, que no es otra cosa que dejar libertad al cliente y no penalizarle, por no contratar con la entidad bancaria la ristra de servicios adicionales obligatorios para poder disfrutar de las mejores condiciones de un préstamo o hipoteca de dicha entidad bancaria.
Y frente a este incumplimiento de la función sustantiva, la entidad bancaria, cada vez más, sustantiva su función adjetiva, dando una apariencia de social, que mejora su reputación de forma muy sibilina.
Siempre he creído que lo estético es aquello que une lo bello con lo ético. En el caso de las entidades bancarias parece ser que lo estético sería unir a lo bello (la generosidad y predisposición para dar parte de los fondos propios a una causa noble), lo ético (ponerse detrás, para que lo esencial, lo sustantivo de la obra social, la acción comprometida de las entidades sociales y culturales, brille y se singularice). Sin embargo, asistimos desde hace años por parte de las entidades bancarias a un intento de eludir esa condición sustantiva, poniendo por delante sólo la condición adjetiva. Recuerdo de mis tiempos de Secretario General de Cáritas, como la Obra Social de una entidad bancaria decía “hemos dado empleo” o “hemos dado de comer” a miles de personas, como si ellos desarrollaran la labor, cuando en realidad no hacían sino financiar, en parte, la acción que desde hacía muchos años las entidades sociales veníamos desarrollando. Se transita así de lo adjetivo a lo sustantivo, y lo que es más grave, se hace de lo sustantivo real (las entidades sociales) algo adjetivo.
No es algo exclusivo de las entidades bancarias. Viejos términos como el defenestrado “marketing con causa”, recobran su sentido en términos nuevos como “Green wash” o “lavado de cara verde” que muchas multinacionales empiezan a realizar emulando los atributos de marca de muchas start ups, que atendiendo a las demandas de los clientes, garantizan la sostenibilidad medioambiental y social tanto en materias como en cadena de valor. Pero estas multinacionales no lo hacen de forma ética, sino que, aunque lo sustantivo de su producción es insostenible, desarrollan pequeñas acciones “verdes” que publicitan al máximo, de manera que lo adjetivo se convierta en sustantivo para el gran público.
Llegados hasta aquí ¿no sería más conveniente premiar a un directivo de una Obra social bancaria cuando su labor sustantiva fuera 100% estética (bella y ética) y dejar, congruentemente con su propósito, que en la acción social, lo sustantivo siempre fueran las entidades sociales y culturales, y ser estéticos al dar un paso atrás y quedarse, que no es poco, como adjetivo de una labor tan preciosa como la de las entidades sociales?.
Carlos Piñeyroa Sierra