Referentes

Artículo publicado en Heraldo de Aragón en la sección Tribuna en Julio 2018

Ha caído. Pero por que se ha ido. Mientras estuvo, todo fueron aplausos y aclamaciones. No importaba qué hiciera. Todos perdonaban sus errores. Todos envolvían sus defectos en lo que, en términos de selección de personas, se denomina “efecto halo”, es decir, no importa lo que hagas porque una característica tuya, la que sea, provoca un efecto positivo expansivo respecto del resto de tu comportamiento, de manera que todo de cuanto haces, o dices, está afectado por ese halo. Efectivamente, hablo de Ronaldo, y su salida del Real Madrid tras el mundial de futbol de Rusia. La sociedad española en general, al igual que a otros futbolistas de diferentes colores, le perdonó su fraude a Hacienda, su egocentrismo inusitado, su narcisismo esperpéntico, y su falta de sentido de equipo, en aras de una sacralización de su persona. Mientras estuvo, fue referente para muchos, para casi todos. No importaba lo que hiciera. El efecto halo todo lo podía. Pero ha bastado su salida del club, para que ese halo se rasgara y dejara en evidencia la persona real a quien habían considerado referente durante unos cuantos años. Y ahora todo es denostación, reproches, y arrinconamiento.

Tengo para mí, desde hace muchos años, que la realidad es poliédrica, y que apenas tenemos oportunidad de ver una o dos caras de una misma realidad, tantas como nos permite ver nuestra mayor o menor apertura a la realidad de los otros. Estoy convencido de que hasta el propio Ronaldo tiene caras ocultas que ponen de manifiesto una mayor humanidad, empatía, y sentido de pertenencia a un equipo. Quienes lo admiran realmente, hablan de su sentido de familia, de sus obras benéficas en silencio, y del esfuerzo personal por llegar a donde está desde una infancia dura y difícil. Todo por lo tanto es relativo, y nada es total y absoluto. La realidad siempre es poliédrica.

En la construcción de referentes, cuando eres niño o adolescente la mirada deslumbrada es al todo, no distingues ese carácter poliédrico de la realidad, sino que tomas la parte por el todo y el efecto halo despliega toda su onda expansiva, canibalizando cualquier atisbo de error en quien admiras. Cuando creces en edad, y a veces en sabiduría, aprecias que la realidad es poliédrica y que no todo es blanco o negro. Y precisamente, por esa dimensión holística, que aprecia los detalles y permite ver los recovecos de la vida, te lleva a huir de referentes lejanos, y encuentras en tu proximidad, en tu padre, en tu madre, pareja, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, … los verdaderos referentes de tu vida. Porque necesitas proximidad y cercanía para darle autenticidad a aquello que consideras tu referente. Normalmente la edad despierta igualmente en ti la compasión, por uno mismo, capaz de perdonarte aquello que te disgusta, tus zonas oscuras, aquello que no controlas; y compasión hacia los demás, compasión esta que se despliega normalmente sólo cuando uno se ha sabido perdonar a sí mismo, y ve en el otro la debilidad que uno mismo experimentó en sus propias carnes y fue capaz de perdonarse. Cercanía y compasión se convierten en dos claros aliados de la percepción holística de la realidad.

Por eso me preocupa que como sociedad sigamos estereotipando el efecto halo, especialmente en deportistas, especialmente en el fútbol, por lo que tiene de influencia en nuestros hijos y menores. Acompañar los procesos para descubrir los referentes más cercanos, para apreciar, en cercanía la enorme riqueza de quienes nos acompañan en nuestra vida cotidiana, y educar la mirada, poco  a poco, en la compasión en uno mismo, y para con los demás, quizás nos lleve a entender la realidad de una forma poliédrica, y aprender como sociedad a encontrar nuestros referentes, no por la cualidad que deslumbra, sino por un todo hecho de aciertos y errores, que en su balance total, lo consideremos digno de apreciar. Vale para todo. No sólo para el fútbol.

Carlos Piñeyroa Sierra

Director de Init Land y free lance en Innovación en Dirección de Personas