Artículo publicado en Heraldo de Aragón en Diciembre 2018, en sección Tribuna de Opinión.
Vivimos en un mundo volátil, incierto, complejo, y ambiguo cuya seña de identidad es el cambio permanente y las crecientes dificultades para anticiparlo e interpretarlo.
No estamos al final de un ciclo, sino en un reseteo de la economía. La economía basada en el productor (producer-driven economy) está dejando paso a la economía centrada en el cliente (customer-centered economy) en el que las compañías están obligadas a desarrollar relaciones permanentes con el cliente (escuchándoles, adaptándose y respondiendo a sus necesidades).
En la medida que los servicios no son procesos, sino relación, introducen a los clientes dentro de sus operaciones, lo que genera una enorme complejidad y variabilidadque hacen muy difícil que sean planificadas de antemano. A ello añadimos una tecnología omnipresente que acelera más, si cabe, esta interacción, incrementando la complejidad y variabilidad. Todo ocurre más rápido y más intenso que nunca.
Para hacer frente a esta complejidad y variabilidad,hemos evolucionado de organizaciones epicéntricas, a lo que yo llamoorganizaciones laterales, de interacción y centros de decisión en el extremo, porque las empresas tienen que encontrar modos para acomodar la diversidad en el extremo de su organización, allá donde las personas y los sistemas interactúan directamente con clientes, partners, y proveedores.
La complejidad de la nueva economía interdependiente, de trabajo en red, crea un paisaje ambiguo, incierto y competitivo. Las compañías deben ser suficientemente flexibles y sencillas para responder rápidamente a los cambios en sus entornos, o podrían correr el riesgo de desaparecer. Como decía Jack Welch, CEO de General Electric “Si el cambio que ocurre fuera es más rápido que el cambio que se produce dentro, el final está próximo”.
Las características por lo tanto del contexto en el que vivimos hablan de complejidad, variabilidad, estado líquido e incluso gaseoso, y enorme dificultad para la anticipación y la interpretación del cambio. En definitiva, como dice Carlos Barrabés estamos ante “un mundo que nos despoja de la linealidad, de la tautología causa-efecto para adentrarnos en un nuevo escenario líquido, configurado como una red de infinitos puntos conectados de infinitas maneras distintas, un mundo sin principio ni fin, en una relación tan imbricada que es imposible de aprehender y abarcar, el mundo de la complejidad”.
Ante esta situación una parte importante de las compañías han redescubierto el sentido del propósito como norte en medio de un contexto en permanente cambio. En un contexto donde todo cambia y es efímero, el propósito se convierte en una de las pocas certezas sostenibles en el tiempo. No importa tanto lo quehacemos, ni siquiera cómolo hacemos, lo que importa de verdad es para quéhacemos lo que hacemos. Y esa fuerza del propósito, permite conectar a las personas de las organizaciones con su mayor fuerza de trabajo: la motivación intrínseca y el propósito personal. Se advierte así, que la única manera de ser capaces de afrontar un cambio tan rápido y tan intenso no es alineando el qué y el cómo, sino el para qué. Sólo esa conexión será capaz de desplegar una acción continua y perseverante que permita gestionar y afrontar el cambio en el que nos movemos. Los contextos líquidos nos requieren de nuevas estructuras y comportamientos más profundos y menos superficiales.
Propósito y compromiso devienen como las dos claves para dar norte en tiempos de complejidad, variabilidad, incertidumbre, y estado líquido. Cuando a tu alrededor todo es incertidumbre, el propósito y el compromiso son certezas que marcan dirección y ofrecen seguridad. Sabemos quiénes somos, sabemos para qué existimos, nos comprometemos con ese destino, y surfeamos con flexibilidad los embates del contexto líquido.
Este nuevo paradigma lleva a que las compañías no funcionen ya como máquinas (algo deseable y promocionado durante años) sino como organismos vivos. Tres características son propias de estos organismos vivos: son organismos con movimientos adaptativos al contexto basados en la experimentación y el feedback, son organismos que aprenden de esa adaptación, y son organismos que se mueven desde el propósito y la motivación intrínseca.
Todo cambia. Es tiempo de acompasarnos con ese cambio, y manteniendo el norte (propósito y motivación intrínseca), ser capaces de adaptarnos a él y aprender. Nos va en ello todo lo que somos hoy… y la posibilidad de ser mañana.
Carlos Piñeyroa Sierra
Director de InitLand, Innovación abierta de Grupo Init
Free Lance en Innovación en la Dirección de Personas