Lo recuerdo como si fuera ayer. Final de curso y preparación del primer día de verano con la clase y decidir unánimemente que pasaríamos el día completo en el Parque de Atracciones, primero en la mañana en la piscina y luego en la tarde en las atracciones… para terminar el día con la piel roja y embadurnados en aftersun.
El Parque de Atracciones forma parte del imaginario colectivo del recuerdo de muchas personas de Zaragoza. Da igual la edad que tengas, ser maño y haber pasado por el Parque de Atracciones es algo que casi, de seguro, es epíteto. El Parque de Atracciones es patrimonio de la ciudad, un parque que ha sabido adaptarse en cada momento a las circunstancias del tiempo vivido. Y quizás, al menos es mi opinión, la razón de esa adaptación está en las personas que han estado detrás de su gestión en nuestra ciudad, Jesús Morte y Pilar Marco, quizás las personas, bueno, seguro, las personas de esta ciudad que más saben de ocio familiar. No en vano han sido y son los gestores de múltiples espacios de ocio en la ciudad con un éxito inusitado.
Ahora toca renovar la concesión del Parque de Atracciones. No seré yo quien le diga al Ayuntamiento de Zaragoza qué debe hacer, pero sí me gustaría aportar dos cosas. Por un lado que acostumbrado como estoy a pliegos de concurso de diversas administraciones sería deseable, aunque sé que imposible, que además de los criterios de solvencia técnica y solvencia económica, hubiera un tercer bloque de “solvencia de amor a nuestra ciudad”. Y lo digo porque ya tenemos experiencias en España de gestión desastrosa de otros parques (Terra Mítica, Warner, Tívoli…) en la que un capital potente, pero desarraigado del territorio, termina por abandonar la ciudad y el proyecto por falta de ese sentido de pertenencia a la ciudad. Poderoso caballero es don dinero, o lo que es lo mismo, cuando el dinero entra por la puerta el amor salta por la ventana. Ese criterio del amor a nuestra ciudad Jesús Morte y Pilar Marco lo han superado con creces a lo largo de estos años, especialmente de los últimos, desde la pandemia, en la que por razones obvias sus espacios de ocio familiar han sufrido como ningún otro sector económico en nuestra ciudad, de las restricciones de acceso a recintos multitudinarios.
En segundo lugar porque, igualmente que la anterior, llevo más de quince años de vida profesional dedicado a la innovación, y he visto como muchas empresas confunden innovación con cambiarlo todo. Es lo que se llama en términos de innovación, cambio de primer grado: cambiarlo todo para que nada cambie. El acierto sin embargo es lo que se denomina cambio de segundo grado: cambiar algo para que todo cambie. Jesús Morte y Pilar Marco llevan más de cuarenta años en esta ciudad siendo los adalides del cambio de segunda generación, ¿la prueba?, que desde hace más de cuarenta años las personas de esta ciudad han seguido viendo en el Parque de Atracciones su lugar preferente para la diversión, sin importar el momento en el que se encontrasen y sintiendo en todo momento que esa diversión, propia o familiar, era la que buscaban. Es lo que en términos de innovación se denomina ajuste entre la oferta y la demanda basada en una perfecta experiencia de cliente.
El Parque de Atracciones de Zaragoza es singular, único, arraigado al territorio, no deslumbrará por las grandes marcas o los grandes capitales, pero destaca por la gestión de dos personas, que aman a su tierra, la entienden, la comprenden, y se adaptan a los tiempos. Ojalá que la decisión de renovación sea acertada, porque ponemos en juego el patrimonio emocional y familiar de esta ciudad. Ojala que el Parque de Atracciones siga siendo un lugar de atracción para las personas de esta ciudad que ven en él no sólo un espacio de divertimento, sino “su espacio de divertimento!”, y que no confundamos esta atracción de la ciudadanía con la atracción de un capital que, desarraigado del territorio, ponga en juego nuestro patrimonio emocional y familiar.
Carlos Piñeyroa Sierra