No necesitamos ya esta política

Arícuklo publicado en Heraldo de Aragón. Sección Opinión. Enero 2025

Ni a estos políticos. O al menos a una parte importante de ellos y ellas. No necesitamos esta política de confrontación diaria sobre el “y tú más”. Durante muchos años, siglos quizá, hemos vivido, y hemos creído en la conveniencia de una política de color, pétrea, unidireccional, que nos permitía encuadrar nuestras ideas en un partido, un sistema, y este sistema, como cualquier proceso de generalización, nos ayudaba a elegir lo que más nos convenía o convenía a nuestra sociedad. Pero hoy, siglo XXI, la evidencia de una sociedad líquida constata el agotamiento de un sistema político que anda a la greña sobre cuestiones absolutamente intrascendentes para la sociedad a la que supuestamente sirven y lideran. 

En esta sociedad líquida en la que vivimos ya no es tan importante el qué como el cómo. Porque el qué ha dejado de ser pétreo, y llámenlo como quieran, relativismo quizá, pero ya nadie se atreve a hacerse coincidente en un solo color. Y si “el qué” ha dejado de ser relevante porque debe definirse a cada instante en proceso de cambio, en lo que precisamente sí que hay unanimidad es en “el cómo”

Frente a esta polaridad suscitada por el qué, necesitamos un liderazgo desde el cómo. Necesitamos personas en la política que estén acostumbradas a negociar, a mediar, a dialogar para lograr resultados, sabiendo que su qué se verá afectado, enriquecido, por visiones distintas que harán que el resultado final, sin ser el suyo propio, sea el de todos. El rey de España, Felipe VI, en su discurso de Navidad apeló en reiteradas ocasiones al bien común, un bien que es común no sólo por el destino y propiedad de toda la ciudadanía, sino porque el mismo sólo se alcanza tomando en consideración a todas las partes implicadas. El Papa Francisco en su discurso de año nuevo bendecía a todas las personas que trabajan por la paz, que hacen de la palabra y el diálogo su herramienta de cada día, también en lo que el Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza denomina las paces diarias. Necesitamos por lo tanto una política capaz de identificar el bien común, la paz diaria, a través del diálogo. Muy al contrario no necesitamos políticos que nos pretendan adoctrinar sobre la importancia de considerar la política como una arena de vencedores y vencidos, un espacio de aniquilación del otro, y de triunfo de programas que nadie lee, y que ni ellos mismos respetan. Necesitamos personas que a cada momento, precisamente por el carácter líquido de nuestra sociedad, sean capaces de derivar el debate hacia las diferentes concepciones de la vida, de la res publica, que esta sociedad diversa tiene, y encontrar entre todos el bien común. Necesitamos personas que estimulen, no sólo el diálogo entre ellos, como políticos que son, sino en la sociedad a la que sirven, para que ninguna diversidad relevante quede fuera de la consideración de ese bien común. 

Y créanme, personas hay. Traigo a mi memoria personas como Victor Viñuales, recientemente sucedido en el cargo de director ejecutivo de Ecodes, una persona que nos ha guiado y liderado en España hacia una economía verde y respetuosa con el planeta, siempre con la mediación, la conciliación, y el señalamiento de los riesgos evidentes para el bien común. Cristóbal Colón, recientemente sucedido en el cargo de director general de la empresa la Fageda, seguramente el mejor ejemplo de empresa social, de economía con sentido, la primera empresa de lácteos del mundo donde la práctica totalidad de su fuerza laboral son personas con discapacidad funcional o en riesgo de vulnerabilidad. Carmen Magallón, la presidenta y durante muchos años directora del Seminario de Investigación para la Paz, la doctora en Físicas, que en cada una de sus intervenciones por la paz a nivel mundial ha evidenciado el diálogo como el arma más eficaz. Si sólo estas tres personas influyeran en la política del diálogo en vez de la confrontación, este país iría mucho mejor. Y sí, lo sé, son personas mayores, pero créanme, quizás, después de lo que tenemos, es tiempo de que la sabiduría entre también en nuestra política, porque sí, no necesitamos ya esta política. 

Carlos Piñeyroa Sierra

Consultor en Economía del Sentido

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