Artículo publicado en Heraldo de Aragón en Diciembre 2025 en la sección Tribuna
Recientemente, y casi ya como un ritual, una famosa marca de embutidos lanzó su campaña de Navidad haciendo uso del sentido del humor y la ironía para, de la mano de varios cómicos reconocidos de nuestro país, recordarnos que “estamos polarizados” pero que nos necesitamos “como el comer”.
Hay que fastidiarse, diría el otro, para que tenga que ser una marca de embutidos la que nos diga, con certera puntería, las verdades a la cara… Y es que la verdad escuece…y casi como quien suelta el cebo, no tardaron en picar unos y otros a ambos lados de la polarización. Especialmente al lado de la izquierda. Sin reparos ni remilgos, Podemos y Sumar salieron al debate político diciendo que el capitalismo volvía a adoctrinarnos, y que si uno es fascista, facha, azul o cómo quiera que se identifique al adversario, hay que decirlo y negarle la existencia….que si en tu cena de Navidad, alguien de tu familia, especialmente tu cuñado, se atreve a decir que esto o aquello no está mal, y ese éste o aquello coincide con los postulados ideológicos de la derecha, estás en la obligación de corregirle, por su bien, y por el de nuestro país.
Polarizados… negacionistas del derecho a existir y pensar del otro. Me pregunto qué ocurriría si los deseos de unos y otros, a la izquierda y a la derecha, se cumplieran, ¿qué sería lo siguiente?…¿a qué otra parte de nuestra sociedad le volverían a negar la existencia, y por lo tanto estrecharían el círculo del derecho a existir?…El círculo no es virtuoso sino vicioso, círculo vicioso, que estrecha, a cada vuelta, el diámetro del mismo, haciendo que cada vez quepan menos, en vez de más. Un círculo vicioso, el de la polarización, que tiende al absurdo infinito de estrechar el espacio de convivencia, hasta el ridículo “sólo quepo yo”.
Las recientes elecciones en Extremadura ponen de manifiesto esta polarización. El ascenso fulgurante de la extrema derecha, y el ascenso en menor medida, pero igualmente significativo de la extrema izquierda, nos hablan de este, cada vez, espacio menor para el encuentro. PP y PSOE están a lo suyo, y mientras uno y otro ni se miran, el espacio del diálogo, del encuentro, se va reduciendo,…círculo vicioso que pone en juego a toda nuestra sociedad.
Y quizás ha venido esta marca de embutidos a recordarnos no lo evidente, que estamos polarizados, sino lo sutil, lo que nadie menciona en las cenas de navidad, en los bares, en los debates….: que nos necesitamos. Sí, nos necesitamos como el comer. Y necesitamos que todo el mundo pueda expresar su opinión, porque necesitamos el diálogo para reconocer que la verdad no es blanca ni negra, sino que siempre tiene sus matices, sus colores, sus grises. Necesitamos hablar para reconocer de dónde vienen los miedos, que posicionan normalmente nuestras inquietudes, que cosifican las narrativas, y que no nos permiten ver más allá del discurso colectivo aprendido. Nos necesitamos, unos a otros, incluso para reconocer que una o varias aristas de tu pensamiento son la clave para enganchar un acuerdo, un consenso,… porque no necesito estar de acuerdo en todo, pero sí necesito escuchar tu planteamiento porque, fuera de las narrativas aprendidas, aparece la razón última de esos pensamientos, razón última con la que se puede trabajar, modelar, dialogar… En estos días de conversaciones sobre la polarización de nuestra sociedad he oído en infinidad de ocasiones el término “no blanquear”, o la expresión “no se puede ser equidistante” pero me pregunto si esas expresiones esconden una polarización, igual o más extrema que aquella que se intenta evitar.
Nos necesitamos, y esa necesidad sólo se puede atender desde un diálogo que respete al otro, que permita reconocerlo como persona, y como tal, como ser necesitado de palabra y de escucha. Si negamos la existencia al otro, si no le damos voz, siquiera sea para entrelazarla con nuestro pensamiento en aras de la dialéctica, estaremos potenciando aquello que precisamente deseamos evitar. Porque es en la soledad, en el soliloquio, donde los argumentos más polarizados encuentran su eco…porque no hay nadie que se los confronte, porque regodea el gustillo de la certeza, porque nos regala los oídos, y nos confirma en la creencia de tener la única razón.
Nos necesitamos como el comer. No lo duden y buen provecho!.
Carlos Piñeyroa Sierra
Consultor en Economía con Sentido