La economía digital está aquí, y está transformando no sólo nuestra sociedad sino nuestro tejido empresarial. He aquí mis tres premisas a tener en cuenta sobre esta economía:
Primera premisa: Nunca antes con tan poco coste se ha sido capaz de generar tanto valor, ni llegar tan lejos. Las infinitas apps que inundan nuestra vida es claro ejemplo de ello. Es evidente que hablamos de una economía ágil, flexible, que no requiere de grandes recursos, que prototipa, que no tiene miedo al riesgo, y que experimenta hasta encontrar el producto adecuado. Producto que después coloca en el mercado global (no olvidemos, como ya comenté en el artículo anterior, que el 42% de las empresas emprendedoras de Initland Zaragoza exportan de manera sostenida, de acuerdo con nuestro Informe de Generación de Riqueza IGR). El presidente del BBVA recientemente puso de manifiesto como su competencia próxima ya no era el resto de la banca sino Google, por su capacidad para prestar servicios bancarios basados exclusivamente en tecnología.
Segunda premisa: Congruente con la anterior y su capacidad de generar alto valor con escasos recursos, el modelo de negocio de las empresas de economía digital es parco en la generación de empleo (Whatsapp no llegaba al centenar de empleos directos antes de su compra por Facebook). La mayor parte de los analistas ven en esta nueva economía un riesgo para el empleo de nuestra sociedad. Sin embargo ante esto se podría alegar: a) la economía digital genera nuevas actividades productivas no existentes con anterioridad (internet de materiales, videojuegos, aplicaciones móviles, etc vinculadas a nuestro ocio, salud, trabajo, vivienda,…) b) esta economía además de generar empleo propio, genera un alto impacto en empleo indirecto por la demanda de provisiones y servicios en su cadena de valor (apelando de nuevo al IGR incremento de un 70% en Initland Zaragoza, del cual el 69% procede de Aragón).
Tercera premisa: la economía digital tiende cada vez más hacia un producto global y por lo tanto hacia una nueva forma de monopolio. A pesar de la premisa primera, lo cierto es que por el propio modelo de negocio de estas start ups, es necesario, en la mayor parte de las veces, una masa crítica de usuarios o clientes suficientes para ser sostenibles, sólo alcanzable bien por ocupar primero un nicho de actividad y de forma muy diferencial, o bien por alianzas o compras por las grandes corporaciones digitales (Facebook compra Whatsapp, Google compra Waze, Telefónica compra Tuenti,…).
Alguien debería empezar a pensar en la necesidad de adaptar nuestra normativa a estas oportunidades, pero también a estos riesgos, antes de que éstos colapsen el interés del bien común al que toda economía debe servir.
(Publicado en Periódico de Aragón Marzo 2015)
Carlos Piñeyroa Sierra
@carlospineyroa