Artículo publicado en la Sección Tribuna de Heraldo de Aragón Junio 2018
Hace ya mucho tiempo, el Tribunal Constitucional, en una de las primeras sentencias que interpretaba el derecho fundamental de igualdad, decía expresamente: “Igualdad no significa tratar a todos por igual, sino tratar de forma desigual lo que es desigual”, contraviniendo con ello la extendida y equivocada idea de “café para todos” como paradigma de igualdad. Esta reflexión es tremendamente interesante, especialmente en estos momentos en los que tanto la sociedad, y la empresa, abordan soluciones y programas orientados a garantizar la igualdad.
La definición del Tribunal Constitucional evidenciaba, ya hace décadas, que la esencia misma de la igualdad es el reconocimiento y promoción de la diversidad. No podemos cometer mayor error que considerar que, la igualdad, es tabla rasa para todos. Por supuesto, establecer condiciones que garanticen la igualdad de oportunidades es fundamental, pero siendo necesario, no es suficiente. Es sólo el inicio de una partida que debe terminar en la exaltación de la diversidad.
Me genera mucha inquietud cuando en nuestra sociedad, o en nuestra empresa, se usan narrativas exclusivas de igualdad, y se desarrollan, únicamente, acciones cuyo objetivo es sólo generar la base de la pirámide de Maslow, olvidando el poder necesario y enriquecedor del estímulo de la diversidad. Más aún, en el ámbito empresarial, el estímulo de la simple igualdad es claramente insuficiente en el marco de la innovación, ya que ésta precisa, sin duda, de diversidad y promoción de la misma, para ser capaces de desplegar todo el potencial y curriculum oculto de nuestros profesionales.
Por eso me parece muy importante destacar algunos ejemplos de diversidad en diferentes ámbitos sociales y profesionales que de manera provocadora rompen ese malentendido techo de la igualdad como uniformidad. Recuerdo las palabras de Elena Giner, concejala de Participación del Ayuntamiento de Zaragoza en nuestras jornadas Coordinadas en las que hablaba de la necesidad de construir un liderazgo de la mujer, no para tapar los huecos del liderazgo masculino, sino para desplegar nuevas competencias y estilos en el liderazgo no vistos nunca antes, o en las mismas jornadas Carmen Magallón, Directora del Seminario de Investigación para la Paz, que desde su condición de física, desvelaba como la incorporación progresiva de mujeres a la investigación había abierto nuevas miradas y perspectivas en esta actividad, que había llevado a soluciones innovadoras en ámbitos regentados durante años exclusivamente por hombres.
En el ámbito de la empresa no dejen de conocer La Casa de Carlota estudio creativo que incorpora, en condiciones de igualdad, y potenciando la diversidad de miradas creativas, a personas con síndrome de Down o discapacidad intelectual. O el mismísimo Laszlo Bock, vicepresidente de personas en Google, quien en su libro “Work Rules” apuesta por pagar en salario fijo de manera desigual a profesionales del mismo nivel, rompiendo así el tabú de la equidad interna de todas las políticas retributivas empresariales, porque aboga por no pagar igual a quien es capaz de aportar un mayor valor. No es de extrañar que en la actualidad las compañías más innovadoras sean aquellas que están incorporando perfiles diversos y estimulan el trato diferente a quienes son diferentes, porque la innovación es sobre todo aristas, visiones y vidas diferentes, y oportunidad para evidenciar esa diversidad en espacios horizontales.
No lo olviden, avancemos hacia planes de diversidad y superemos, porque nos hará mejores, los planes de igualdad, que son sólo el primer paso de esta apasionante aventura social y empresarial.
Carlos Piñeyroa Sierra. Director de InitLand y free lance en innovación en dirección de personas