Cuando en 2023 falleció mi padre, tuve dos certezas, una que el sistema que era mi familia tenía que recomponerse para aprender a vivir sin su presencia luminosa, y que la palabra orfandad resonaba a hueco, oquedad, vacío, que era precisamente aquello que como hijo suyo yo sentía. Me sentí reconfortado en ambas certezas, la primera porque me daba la esperanza de que volveríamos a encontrar nuestro lugar en el mundo como la familia feliz y alegre que siempre fuimos y somos, y la segunda porque me reconocía profundamente en lo que la lengua, el español, había ido conformando a lo largo de los siglos, para, como en una onomatopeya, poder explicar con una sola palabra cómo me sentía.
Hoy veinte años después te has ido tú, Antonio, mi hermano mayor, por un solo año, pero mayor. Y no encuentro palabra que en español exprese todo lo que siento. La he buscado en la RAE, y no la encuentro. Es posible que exista, pero no la encuentro. Y de existir albergo grandes dudas que haya una palabra que recoja todo lo vivido estos 53 años. Porque…qué palabra recoge la complicidad de cuando éramos pequeños y corríamos por el pasillo de casa a toda velocidad, qué palabra recoge el bajar a jugar al patio del colegio Romareda hasta bien entrados los 16 años, qué palabra es capaz de expresar la complicidad de Romy, nuestra hermana, apoyándote en tus estudios de Medicina sin que papá y mamá lo supieran, qué palabra es capaz de recordarnos todo tu sentido del humor, tus imitaciones, tus gags, tus tonterías, algunas de ellas con la suerte enorme de haberlas grabado, qué palabra es capaz de hablar de la camaradería que Santi y tú teníais como los hermanos que se adoraban, qué palabra es capaz de diferenciar la manera tan inteligente con la que nos tratabas a cada uno según nuestro carácter, a Romy con todo el sentido del humor, a Santi con la complicidad de jugadores de futbol, y a mí con el cariño fraternal de la conversación profunda sobre lo trascendente y el sentido de la vida…
Tampoco hay consuelo para nuestra madre. Entre las telas de su cabeza y su corazón busca el hilo con el que hilvanar las letras y formar una palabra que sea capaz de expresar todo el dolor que siente en este momento. En su corazón teje los recuerdos de cada etapa de tu vida que compartiste con ella: el “ven aquí ahora mismo, no me hagas enfadar” de tu niñez, el “en cuanto venga tu padre que se haga cargo de ti porque yo no puedo más” de tu adolescencia, el orgullo de madre cuando aprobaste Medicina y luego las oposiciones a médico militar, el amor incondicional a tu condición de padre y la suya de abuela, el abrazo siempre en sus delgados brazos, para recordarte siempre que ella estaría allí ante cualquier dificultad, el “hijo no me engañes, dime toda la verdad” de tu corta enfermedad, y las conversaciones diarias por teléfono en el que los dos reíais, porque estabais hechos de la misma pasta, a pesar de aventurar ambos el doloroso final.
No existe palabra en español que recoja, como lo hace con orfandad o viudedad para quien pierde a su padre o madre o a su pareja, todo el dolor inmenso que se produce al perder a un hermano o hermana o un hijo o hija. No la hay. Y quizás sea porque siglos de lengua no han podido encontrar la palabra exacta que exprese lo que ahora, como hermanos y madre, sentimos nosotros con tu ausencia. Pero vuelvo a tener de nuevo dos certezas Antonio, la primera que sigues con nosotros, cuidándonos y disfrutando como sólo tú lo sabías hacer, y la segunda, que no encontraremos la palabra porque todo cuanto vivimos ahora se tornara en breve en alegría, vida, disfrute, y amor, que es todo lo que tú nos dejaste a raudales. Y veremos este tiempo, así, como el tiempo en el que no encontramos la palabra exacta para poder expresar lo que sentimos, porque tan sólo es el preámbulo de una nueva y diferente vida plena contigo.
Carlos Piñeyroa Sierra
Director de Conversaciones e innovación abierta de Grupo Init
Carlos, no existe la palabra… pero existes tú, uniendo con tu gran corazón cielo y tierra y alumbrado con tu enorme fe, todo aquello que nos supera…Como dice el salmista » No pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y moderó mi corazón como un niño en brazos de su madre.» Espera siempre en el Señor.
Como niño destetado está mi alma en mí, María. Qué bonito ese salmo, y cuanto habla de la confianza. Este ha sido el camino más duro de recorrer humanamente en mi vida, espero poder dentro de poco poder escribir lo que para mi fe ha supuesto este momento. UN besico enorme María.
Orgulloso está de tí y cada uno de vosotros, cuidándoos desde donde esté, lugar especial.
Un abrazo amigo!
Gracias de corazón Arancha! abrazo fuerte!
Palabras preciosas llenas de sentimiento y amor. Se os quiere a ti y a todo tu clan.
Gracias Gus, una abrazo fuerte hermano!
Carlos, maravillada de ver como habéis disfrutado, luchado y vivido con Antonio.De ser testigo de vuestra unión familiar en estas letras que compartes tan generosamente con nosotros y de estar segura y plenamente convencida de que todo el amor que se ha llevado y ha compartido con vosotros no termina en esta vida.
Un abrazo y un beso infinito.
Gracias Ibana, compartimos el dolor, pero también la esperanza. Gracias de corazón por tus palabras. Fuerte abrazo!
Hola Carlos, sólo decirte que gracias a tu don de palabra escrita, recoges los pensamientos de muchas personas que han pasado por la misma experiencia que tú.
Te acompaño en el sentimiento. Te aplaudo por lo bonito y bien que escribes. Y te doy las gracias por compartir
Gracias Alicia de corazón, siempre escribo pensando que puede hacer bien lo que cuento a alguien, ese es mi motor, así que me alegro mucho de leer tus palabras. Un fuerte abrazo!