Para Antonio

Uno nunca piensa que tendrá que escribir unas palabras para el funeral de su hermano. Es algo antinatural. Tú que eras el fan más acérrimo de mis artículos, el primero que los leías, el que siempre los compartías con tus amigos, ahora eres el protagonista de este epitafio final. Nunca tantas letras juntas me causaron tanto dolor. Nunca imaginé que te escribiría esto, y sin embargo la noche de tu muerte salieron de mis manos y mi corazón. No te hacen justicia porque tu vida es única, pero al menos nos sirvieron para despedirte. Cuanta pena en cada letra, cuanto dolor….

Para Antonio

Llega la noche, nos recogemos en casa. Abatidos, desolados, con el corazón en un puño sólo de pensar que no volveremos a verte más. Y en medio de todo ese dolor, sin saber por qué, aparece la esperanza, no es nuestra, es tuya, de que volveremos a vernos, de que nos volveremos a encontrar. 

Han sido meses de mucho dolor, pero también de mucha esperanza. Hemos podido vivir una presencia intensa de Dios en medio de nosotros durante estos meses. Hemos estado juntos en misa, y al salir nos hemos sonreído y nos hemos dicho “¿tú también lo has oído? Eso que se ha dicho, iba dirigido para ti!!”. Nos hemos reconfortado en un Dios Todocariñoso, al que simplemente nos hemos abrazado porque nos sentimos queridos, muy queridos. 

Siempre has sido un hombre de fe. Y de familia. Tuvimos la suerte de que nacieras en medio de la familia Piñeyroa Sierra y creaste tu propia familia Piñeyroa Fernández, con Eva y con Blanca. Y en las dos familias todos te queríamos con locura, porque eras buena persona, buenísima, sin maldad, siempre con una broma en la palabra, siempre con una mano tendida. 

Siempre has sido un hombre de familia, y amigo de tus amigos. No encontraremos en esta sala ninguna persona que no tenga un recuerdo divertido tuyo, no encontraremos en esta sala ninguna persona que no hable de ti como el amigo fiel, honesto, al servicio de los demás, leal, sin dobleces. 

Siempre has sido amigo de tus amigos, que los tuviste y muchos en el Ejército, esa institución que se te quedó pequeña porque tu corazón y tus valores la trascendieron y la superaron. Fuiste elegido por tus propios compañeros para ascender a Coronel, ascenso que esperabas con ilusión que se publicase en el BOE estos días, pero no ha podido ser, y sabes por qué, porque no lo necesitabas, porque tú ya eres general, general de la vida. 

Has escrito un libro de vida maravilloso Antonio. Todos cuantos te queremos tenemos el corazón desgarrado sabiendo que no podremos escribir ya más contigo una de esas páginas maravillosas a las que nos tenías acostumbrados. Has escrito un libro de vida maravilloso Antonio, y lo guardaremos, para releerlo de vez en cuando y volver a reir, a sonreir, a aprender, a querer….

Ahora Antonio, nos quedamos en la oquedad de tu ausencia. Ya te echamos de menos. A cada instante. Pero confiamos, sabemos, porque creías, creemos, que Dios TodoCariñoso te ha acogido ya en sus brazos, que ya estás con nuestro padre Pepe, y nuestro hermano Lorenzo, a quien tanto querías, y que nos esperas y nos cuidas con el mismo amor con que nos quisiste en la tierra. Estad alegres nos decías, estad alegres, tocaron para mí el final del partido, pero vosotros seguís jugando, y yo os animaré desde arriba. Estad alegres. 

Tu hermano Carlos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *